En el pensamiento de Florence Nightingale hay elementos que apuntan a una concepción del arte como actividad práctica. De allí la idea de que, como tal, la Enfermería expresa un carácter creativo del espíritu, trabaja con el cuerpo vivo, en una presencia intencionada que le permite el desarrollo de conocimientos, sentimientos, actitudes y habilidades que se convierten en una experiencia sanadora. Resulta muy valioso revisar estas ideas a la luz de la actual crisis que enfrentan los fundamentos del conocimiento científico, del filosófico, y, en general, los fundamentos del pensamiento (sobre todo el reflexivo), ya que Enfermería no se encuentra ajena a ello. Se trata de una crisis que genera incertidumbre, malestar, y que precisa, paradójicamente, del conocimiento en su sentido más amplio. Como hemos visto aquí brevemente, el arte de la Enfermería compromete, más allá de las habilidades intelectuales y prácticas, a la persona de una forma integral, así como al profesional. Entenderla como ciencia y arte puede ser una manera acertada de hacer frente a los cambios: aunando el saber disciplinar a su especial relación con las emociones e interacciones humanas, Enfermería será capaz de asumir una activa participación en la dinámica actual de cambios y transformaciones.